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domingo, 5 de junio de 2011

Miles Davis en París


La primera vez que escuché al trompetista Miles Davis fue en la película Ascensor para el cadalso del director francés Louis Malle.  Miles había llegado a París de gira en 1957 y allí conoció a los intelectuales y artistas de aquella época como el filósofo Jean Paul Sartre, la escritora Simone de Beauvoir, el poeta, novelista y músico Boris Vian o la cantante Juliette Gréco con la que tuvo un romance.

La película nos muestra un París en blanco y negro en el que la protagonista, la actriz Jeanne Moreau, busca a su amante por toda la ciudad sin saber que éste ha quedado atrapado en un ascensor. A petición de Louis Malle, que era un gran aficionado al jazz, Miles Davis compuso la banda sonora visionando las imágenes y componiendo al mismo tiempo. El resultado es una música que se ajusta a la perfección al tono y a la atmósfera inquietante de la película, en definitiva, una de las mejores bandas sonoras de jazz de la historia. Aquí os dejo una escena de la película...

sábado, 4 de junio de 2011

Paseando por Lisboa

Lisboa es una de mis ciudades europeas favoritas. Pasear por sus calles empedradas, subir a sus miradores o sentarse en la terraza de uno de sus históricos cafés siempre me produce un inmenso placer.

Lisboa es una ciudad cosmopolita donde conviven la tradición y la modernidad y donde la cultura portuguesa se mezcla con la de aquellos países que fueron antiguas colonias de Portugal como Angola, Cabo Verde, Mozambique o Guinea Bissau.

Como ocurre con muchas ciudades con encanto, hay que recorrerla a pie para apreciar mejor su belleza y no perderse sus lugares más reconditos y pintorescos aunque a veces cueste un poco subir a algunos de sus escarpados barrios. Siempre se puede recurrir al autobús o al tranvía. Merece la pena  coger el tranvía número 28 por lo menos una vez por su fabuloso recorrido. Si tenéis la suerte de encontrar algún asiento libre junto a una de las ventanillas, disfrutaréis aún más del viaje ascendente por las calles más empinadas, sobre todo en los tramos más estrechos en los que casi se pueden tocar las casas con la mano.

Tranvías en la Praça da Figueira

Los barrios antiguos más emblemáticos de Lisboa son la Baixa con sus calles amplias, planas y perpendiculares, el Chiado, el barrio intelectual y bohemio que sufrió un terrible incendio en 1988 pero que ha sido  reconstruido y al que se puede acceder a pie o por medio del elevador de Santa Justa, el Barrio Alto donde conviven los lugares de fado para turistas, los bares de copas, las tiendas de diseño y los restaurantes junto a los comercios tradicionales y la vida de barrio de siempre, los barrios castizos y antiguos de Alfama, Mouraria y Castelo y el barrio de Belem.

 La Praça do Comércio, también llamada Terreiro do Paço, está situada en la Baixa y es como la gran antesala de la ciudad, un espacio porticado abierto al estuario del río Tajo por donde entraban y salían toda clase de mercancías hacia las Indias. El encanto decadente de las rúas do Ouro, Augusta y da Prata y de sus bellos edificios invita a un agradable y animado paseo y da testimonio de su pasado burgués y comercial que pervive hoy en día. Estas calles desembocan en las famosas plazas del Rossío, da Figueira y Restauradores.

 El barrio de la Alfama tiene un trazado arquitéctonico y un ambiente muy diferente debido a sus empinados callejones, sus casas blancas donde asoma la ropa tendida en los balcones adornados con geranios, los niños que corretean y juegan en sus plazoletas y las numerosas callejuelas que descienden hasta el río formando un auténtico laberinto que nos ofrece unas magníficas vistas sobre la ciudad y el Tajo. Por la noche, resuenan los ecos de las tabernas de fados y, en verano, el olor de los puestos de sardinas asadas invade las calles durante las fiestas patronales. En la Alfama apetece caminar sin rumbo fijo y descubrir sus rincones aunque te pierdas por sus intrincadas callejuelas. Algo parecido ocurre con el barrio de Mouraria.Antes de iniciar la subida al barrio de la Alfama o al descender hacia el río vale la pena recorrer también las calles a orillas del Tajo con sus casas con azulejos y su ambiente portuario.

 La ciudad se presta a numerosos recorridos literarios y arquitectónicos. Se pueden seguir las huellas del famoso escritor Fernando Pessoa, tomando una bica en la cafetería A Brasileira con su elegante decoración modernista y su archifotografíada estatua de bronce o comiendo en el restaurante A Martinho da Arcada de la Praça do Comércio donde el escritor escribió algunos de sus poemas y se reunía con los intelectuales y artistas de su época.

Fernando Pessoa caminado por A Baixa

El recorrido de cafés históricos y literarios no puede olvidar el Café Nicola de la Praça da Figueira con su bella decoración art déco que en sus inicios fue una librería y lugar de encuentro para intelectuales y tertulias literarias, a las que acudía, entre otros, el escritor Jose Maria Eça de Queiroz que utilizó Lisboa como escenario de algunos de sus relatos como en El primo Basilio o Los Maia. 

También se pueden seguir las andanzas del inolvidable protagonista de la deliciosa novela de Antonio Tabucchi Sostiene Pereira que fue llevada al cine y cuyo papel protagonista interpretó magistralmente el actor Marcello Mastroianni. Al hacerlo, reviviremos entonces la verbena de la Praça da Alegria en los opresivos tiempos de la dictadura de Salazar con el trasfondo de la guerra civil española y del auge del fascismo alemán e italiano, la limonada muy azucarada y la tortilla a las finas hierbas del Café Orquídea en la calle Alexandre Herculano, la casa del protagonista en la rúa da Saudade cerca de la catedral o el British Bar, el bar portuario donde Pereira se detiene antes de tomar el tren en la estación de Cais do Sodré.

 Hace unos años entré en la librería más antigua de Lisboa, la librería Bertrand, en la rúa Garret, en pleno corazón del Chiado. Buscaba El Año de la muerte de Ricardo Reis de José Saramago en portugués, una novela que cuenta la historia de un hombre que regresa después de pasar 16 años en Brasil a una Lisboa atlántica y lluviosa en los inicios de la dictadura. Empecé a leerla a orillas del Tajo junto a los muelles en un ambiente totalmente portuario y no demasiado lejano a lo que describe Saramago en las primeras páginas de la novela.

 Los amantes del jazz y la literatura pueden revivir algunos momentos de la novela de Antonio Muñoz Molina  El invierno en Lisboa y, de paso, acercarse al Hot Clube de la Praça da Alegria, el primer club de jazz de Portugal que abrió en 1948, si no fuera porque el local cerró en 2009 por culpa de un incendio. Las actuaciones del club se realizan ahora en los diversos elevadores de la ciudad.

Otro lugar donde vale la pena quedarse un rato es el Largo do Carmo, una bonita plaza donde se encuentran las ruinas de un antiguo convento carmelita que fue destruido por el terremoto que asoló la ciudad en 1755. También se encuentra allí el cuartel que el 25 de abril de 1974 fue protagonista de uno de los episodios de la revolución de los claveles, la revolución que derrocó al dictador Salazar, puso fin a 14 años de guerras coloniales y fue el primer paso hacia la independencia de las colonias. Una placa en el suelo de la plaza recuerda a Salgueiro Maia, el capitán del ejército sublevado, que consiguió que el general Marcelo Caetano se rindiera tras haberse refugiado con sus ministros en el cuartel do Carmo. El actor italiano, Stefano Accorsi, interpretó al capitán Salgueiro Maia en la película Capitanes de Abril  dirigida por la actriz y cantante María de Medeiros.

 Los miradores son lugares que no hay que perderse en esta ciudad salpicada de colinas: Sao Pedro de Alcantara, Santa Luzía, Santa Caterina, Graça... Cada uno tiene su encanto y muestra una perspectiva diferente de la ciudad.

Otro de los atractivos de esta ciudad consiste en cruzar el río con algún cacilheiro para comer un arroz de tamboril en el Restaurante Ponto Final de Cacilhas y poder admirar el skyline de la ciudad desde el otro lado, sobre todo al atardecer. Os aseguro que merece la pena.

Vista de la Alfama y el río desde el mirador de Sta Luzia