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sábado, 15 de abril de 2017

Breizh (Un viaje por los paisajes, historia y cultura de Bretaña)

El asturiano Lisardo Lombarda, director del Festival Intercéltico de Lorient desde 2009, cuenta en una entrevista reciente que se enamoró tanto de Bretaña durante una beca de estudios en 1977 que se gastó casi todo su dinero en libros sobre este lugar y tuvo que volver a España haciendo autoestop. Comparto su enamoramiento. Sin llegar a tanto, a mí me ha pasado algo parecido. Parte del presupuesto de mi viaje se ha ido en la compra de libros, diccionarios, revistas y cds sobre la lengua, la historia y la cultura de este fascinante y verde rincón de Europa.

No era la primera vez que viajaba a Bretaña. De hecho, era la tercera. Mi primer contacto fue a los ocho años. Por aquel entonces, vivía en Francia con mis padres y todos los veranos, nos íbamos a España a ver a la familia pero aquel año, mi madre tuvo que mandarme quince días a un campamento de verano en la península de Quiberon al sudoeste de Bretaña mientras mi padre se recuperaba de una operación  en un hospital de París.

La segunda vez fue en 1989. Guardo un recuerdo muy agradable de ese viaje pero ha sido ahora, durante mi última estancia, cuando me he sentido absolutamente atrapada por la belleza y la calma de este lugar y por la enorme riqueza de su cultura. Supongo que el hecho de haber escuchado con bastante asiduidad desde que era joven a Alan Stivell y al grupo Gwendal ha sido decisivo a la hora de crear una sensibilidad receptiva al universo musical y cultural de la "Pequeña Bretaña" y de la cultura celta en general.


Bretaña es una tierra con muchísimos atractivos y una historia fascinante que empieza desde la prehistoria con sus monumentos megalíticos (menhires, dólmenes, cromlechs... que aún perduran), la posterior expansión de la cultura celta con sus leyendas y mitos, la constitución de la monarquía bretona en el siglo IX, la gran etapa de esplendor bretón del siglo XV y unos paisajes preciosos tanto en la costa como en el interior. La península de Armórica está rodeada por el Canal de la Mancha, el Océano Atlántico y el Mar de Iroise, uno de los mares más peligrosos de Europa pero también más ricos en biodiversidad y por ello reconocido como reserva de la biosfera por la Unesco. Es la región de Francia con mayor concentración de faros. La isla de Ouessant cuenta ella sola con cinco faros.

El bretón es la única lengua celta que pervive hoy en día fuera de las islas británicas. Se habla en la parte occidental y central de Bretaña y pertenece a la llamada rama britónica junto con el galés y el córnico. El irlandés, el escocés y la lengua de la isla de Man pertenecen a la rama gaélica. El bretón estuvo a punto de desaparecer. Afortunadamente, en los años 70, con la recuperación de la música folk europea (concretamente en Bretaña, con la aparición del disco Renaissance de la Harpe Celtique de Alan Stivell en 1972) y gracias al surgimiento de movimientos a favor de la recuperación de la lengua, se abrió en 1977 la primera Diwan, escuela que utiliza el bretón como lengua de enseñanza mediante el sistema de inmersión y que se inspiró en las Ikastolas vascas y en las Ysgolion Meithrin galesas.

 Hoy en día hay alrededor de 11.000 estudiantes escolarizados en lengua bretona y se calcula que unas 230.000 personas hablan esta lengua. El panorama lingüístico es incierto a pesar de la progresiva escolarización, la aparición de medios de comunicación en bretón y la presencia de rótulos bilingües incluso en zonas donde no se hablaba antiguamente el bretón, una medida simbólica para dotar de toda su legitimidad a la lengua.

Viajar a Bretaña es sumergirse en un universo cultural, histórico y paisajístico muy singular en un entorno de turismo tranquilo. No dejéis de hacerlo si tenéis la ocasión.