Páginas

sábado, 27 de octubre de 2012

El Artista y la Modelo

Hace unas semanas, recién iniciado el otoño, me he reencontrado con el placer de ir al cine. Y lo he hecho con la última película de Fernando Trueba: El Artista y la Modelo.


La película transcurre durante el verano de 1943 en la Francia ocupada por los nazis en un lugar cercano a la frontera española y explora un tema bastante recurrente dentro del arte moderno: la relación entre el artista y su modelo. En este caso, se trata de un viejo escultor que vuelve a encontrar la inspiración gracias a una jovencita que se convertirá en su musa. El actor francés Jean Rochefort da vida al artista y la actriz catalana Aida Folch a la joven musa. También aparecen Claudia Cardinale en el papel de la mujer del escultor y Chus Lampreave en el papel de la criada de la familia.

La película está libremente inspirada en la vida del pintor y escultor de origen catalán, Aristide Maillol, y de su musa, Dina Vierny. El film rodado en blanco y negro y sin apenas banda sonora aborda temas tan universales como la naturaleza, la vida, la muerte, la juventud y la vejez y sobre todo la búsqueda de la belleza en tiempos de guerra.

Dina Vierny

Nació en el seno de una familia de origen judío que abandonó la Unión Soviética de Stalin en 1925 para instalarse en París.

Un amigo de su padre le comentó a Maillol que había conocido a una muchacha que se correspondía a la perfección con el ideal de belleza del escultor. Después de un primer rechazo, Dina aceptó posar para Maillol unas tres horas diarias mientras revisaba sus deberes del Instituto a cambio de un salario bastante alto para la época. Ella tenía 15 años y él, 73.

Durante la ocupación nazi en Francia, Dina se unió a la resistencia y ayudó a cruzar la frontera española a muchos artistas e intelectuales perseguidos por la Gestapo como Max Ernst, André Breton o Tanguy, motivo por el que fue detenida en dos ocasiones y encarcelada. En ambos casos, fue Maillol quien la sacó del aprieto. En la primera detención, pagó un abogado que ganó el juicio y en la segunda, recurrió a su amistad con Arno Brecker, el escultor predilecto de Hitler, para liberarla de la prisión en la que Dina había permanecido seis meses.

Trabajaron juntos durante diez años de 1934 a 1944. Durante los dos primeros, lo hizo vestida debido a la timidez de Maillol. Fue una relación puramente artística.También posó para Matisse que era amigo de Maillol.

Tras la muerte del escultor y acabada la segunda guerra mundial, empezó a frecuentar los ambientes artísticos y se convirtió en una coleccionista, sobre todo de pintores abstractos rusos como Kandinsky y Poliakoff. Dedicó toda su vida a recordar la memoria de Maillol y finalmente, tras muchos avatares, consiguó abrir el Musée Maillol Fondation Verny en 1991.
Vivió los últimos años de su vida en un apartamento situado en la parte superior del museo y murió en 2009 a la edad de 90 años. En el Jardín de las Tullerías, se pueden ver 20 esculturas de Maillol que Dina donó al Ayuntamiento de París.

Aristide Maillol

Nació en Banyuls de la Marenda (Banyuls sur Mer) en 1861. Fue pintor, escultor y grabador.

En 1885, entró en l´École des Beaux-Arts de París donde conoció a Gauguin y en 1905 triunfó en el Salon de l´Automne con la obra llamada "El Mediterráneo", un encargo de Henry Kessler que se convertiría en su mecenas. A partir de ese momento, empezó a exponer en ciudades como París, Berlín o Nueva York y a ser conocido internacionalmente.

En 1939, tras la ocupación nazi, se refugió en el sur de Francia al pie de los Pirineos. Murió en un accidente de tráfico cuando volvía de visitar a su amigo, el pintor Raoul Dufy.

El arte de Maillol se enmarcaba dentro de un retorno a la Grecia clásica, desmarcándose de las tendencias de la época entre las que destacaba Auguste Rodin. Maillol vió en Dina Vierny su ideal de belleza femenina y la esculpió en mármol y en bronce realizando esculturas de grandes dimensiones. Su arte transmite serenidad y pureza. La escultura llamada "El río" es una excepción a esa quietud, mostrando al personaje en movimiento.

Su casa de Banyuls se convirtió en museo en 1994, un año antes que Dina abriera su Fundación en París. En 2009, se celebró una exposición antológica que acogió 120 obras de este artista tanto en la Casa Milà de Gaudí como en el Paseo de Gracia de Barcelona.


domingo, 6 de mayo de 2012

El Tiempo entre Costuras

Casi tres años después de su publicación, he leído El Tiempo entre Costuras de María Dueñas, una novela de 600 páginas que me ha atrapado desde el principio.

El libro relata la historia de una mujer madrileña, Sira Quiroga, que viaja con su amante hasta Tánger durante los años de la República y es finalmente abandonada por éste, viéndose obligada a rehacer su vida. Gracias a la ayuda de nuevas amistades, conseguirá abrir un taller de alta costura en Tetuán durante la época de la Guerra Civil por el que desfilarán mujeres de la alta sociedad residentes en el Protectorado Español. Al finalizar la contienda, volverá a Madrid donde abrirá un nuevo taller y ejercerá de espía del servicio secreto británico llevando así una doble vida.

Aunque el argumento es pura ficción, el trasfondo histórico es auténtico ya que la autora se ha documentado ampliamente sobre la época. El resultado es una aproximación muy interesante a personajes de aquella época como Franco, Serrano Suñer, Juan Luis Beigbeder o Rosalinda Powell Fox o a hechos históricos como el origen de la creación del Instituto Británico en España cuya finalidad fue contrarrestar la átmosfera proalemana de la primera posguerra española.

 Los escenarios que aparecen en la novela también son reales como la Plaza de la Paja, el Casino o el Salón de Té Embassy de Madrid, el casino de Estoril, la Medina y la calle Luneta de Tetuán, el Hotel Continental y el Hotel El Minzah de Tánger y nos trasladan a una época convulsa que abarca la república, la guerra civil y la primeros años de la posguerra. En la novela queda patente el enorme contraste entre las clases más humildes y los ambientes más glamurosos de la aristocracia, los altos mandos militares, los nuevos ricos y los exiliados más adinerados.

El personaje de Juan Luis Beigbeder es prácticamente un desconocido para la mayoría de nosotr@s. Fue Alto Comisario del Protectorado Español en Marruecos durante la Guerra Civil. Beigbeder era un hombre culto, políglota y amante de la cultura árabe, un militar que apoyó a Franco desde Marruecos pero que desentonaba entre los hombres que rodeaban al General. Durante su estancia en Tetuán, conoció a la inglesa Rosalinda Power Fox quien se convirtió en su amante e influyó en su postura anglófila y contraria a la intervención de España en la Segunda Guerra Mundial al lado del Eje. Tras la Guerra Civil Española, se convirtió en el Primer Ministro de Asuntos Exteriores de Franco pero su mandato duró solamente 14 meses ya que fue sustituido por Serrano Súñer, el cuñado de Franco (conocido popularmente como "el cuñadísimo") que mantenía una postura abiertamente germanófila. Fue confinado bajo arresto domiciliario en Ronda y posteriormente rehabilitado. Beigbeder fue un personaje con muchas luces y sombras.

Rosalinda Powell Fox es otro de esos personajes reales pero poco conocidos. Esta aristócrata británica y aventurera, que falleció en 2005 en un pueblecito de la bahía de Algeciras a los 96 años de edad, pasó su infancia y adolescencia en la India y se casó a los 16 con un rico comerciante. Al poco tiempo, contrajo una tuberculosis bovina potencialmente mortal que supo mantener a raya toda su vida. Su marido, demasiado absorto en sus negocios, optó por enviarla primero a Inglaterra y luego a Suiza. Su vida fue un constante ir y venir por diferentes lugares casi siempre rodeada de glamour: Calcutta, Berlín, Londres, Madrid, Lisboa, Estoril, Tánger, Tetuán...  Esta mujer estuvo en algunos momentos decisivos de la Guerra Civil Española y posteriormente de la Segunda Guerra Mundial ejerciendo de espía al servicio de Gran Bretaña. Su historia de amor por Beigbeder se inició en Berlín, continuó en Tánger y se prolongó con encuentros y desencuentros hasta la muerte de éste en la casa que ella había comprado con vistas al Peñon de Gibraltar y a la costa norte marroquí pero que el militar solamente pudo disfrutar unas pocas semanas.

El Tiempo entre Costuras es una de las pocas novelas ambientadas en la época colonial que existen en la narrativa española, un género literario con una larga tradición en otras narrativas europeas como la francesa o la inglesa. Es, además, una novela muy amena donde conviven el amor, el desamor, el espionaje, la conspiración y la superación personal.

Antena 3 está rodando una serie de televisión basada en la novela que protagonizan Adriana Ugarte, Elvira Minguez y Tristán Ulloa entre otros y que se emitirá la próxima temporada.